¿Te imaginas a la luna llena desvanecerse ante las estrellas en plena noche? Pues, esto fue lo que vivió Arasy. Estaba claro que de todas sus aventuras, ésta sería diferente. Algo extraordinario estaba a punto de sucederle.
Arasy, una niña de cabellos oscuros y ojos tan brillantes y curiosos como las estrellas que la acompañaban, era la hija menor del cacique de una gran aldea que protegía la majestuosa selva de Iryapú. En una noche como tantas otras, mientras exploraba la espesura de la selva, la pequeña Arasy se sintió angustiada al darse cuenta que su compañera silenciosa, la luna llena, poco a poco se estaba apagando hasta desaparecer por completo.
Luego de eso, escuchó un ruido proveniente de un río cercano. Siguiendo su intuición, se adentró aún más, llevada por su insaciable curiosidad. Finalmente, detrás de unos helechos, se encontró con una bestia enorme y temida por su gente: un yaguareté. Tenía el pelaje dorado con manchas negras y una de estas llamó su atención, ya que tenía la forma de una espiral que cubría su frente.
